María Teresa Gertrudis de Jesús CARREÑO GARCÍA



Pianista, cantante y compositora venezolana nacida en Caracas el 22 de diciembre de 1853 y fallecida en Nueva York el 12 de junio de 1917.

Más conocida como Teresa Carreño, a lo largo de su vida se presentó en los mejores teatros de ciudades como Nueva York, México, París, Berlín y Milán, y muchas otras ciudades de Europa, América, África y Australia, realizando interpretaciones apasionadas y fulgurantes de Beethoven, Liszt, Chopin, Schumann, Brahms, Grieg, Rubinstein, Paganini, Weber y Tchaikovski, entre otros. Por más de medio siglo estuvo en contacto con los músicos y personalidades más importantes de su época y recorrió el mundo con su piano.

Fue hija de Manuel Antonio Carreño, el hermano de Simón Rodríguez, y Clorinda García Sena y Toro, sobrina de la esposa del Libertador Simón Bolívar. Teresa Carreño comenzó sus estudios musicales desde muy temprana edad. A los cinco años practicaba con los más de 500 ejercicios compuestos por su padre y que se paseaban por las dificultades rítmicas y técnicas más importantes. A los seis años vio publicada su primera obra dedicada a su maestro Gottschalk, agotada en tres ediciones sucesivas en un sólo año.

El año 1862 la familia Carreño debe abandonar Venezuela por la difícil situación política y económica que atravesaba el país. El 1 de agosto de 1862 la familia parte a Nueva York Llegan a la ciudad estadounidense el 23 de agosto, e inmediatamente Teresita comienza a dar pequeños conciertos privados a amigos de la familia, dando a conocer sus progresos con el piano y acrecentando su fama entre las elites.

A los 10 años debuta como solista con la Orquesta Filarmónica de Boston. A los 13 años, Teresita se encuentra con su familia en París, donde conoce a celebridades como Rossini, Gounod y Vivier. En el salón de madame Erard tiene la oportunidad de tocar con Franz Liszt, quien queda asombrado con las facultades interpretativas de la niña. Desde esa corta edad realizó giras en Cuba presentándose en La Habana, Matanza y Cárdenas. También se presentó en Filadelfia y Baltimore, entre otras ciudades. Con el mismo éxito debutó en París el 3 de mayo de 1866, y a esta le siguieron varias presentaciones que le permitieron introducirse en el medio musical de la capital francesa. En uno de estos conciertos conoce al compositor italiano Gioacchino Rossini y la cantante de ópera Adelina mezzosoprano en su debut de la opera Los hugonotes de Giacomo Meyerbeer.

En 1866 muere su madre por epidemia de cólera; sin embargo, esto no la detiene y viaja a España donde ofrece conciertos en diversas ciudades, y posteriormente se traslada para volver a Estados Unidos y continuar su gira de conciertos.

En 1862, a sus 19 años, contrae matrimonio con Emir Sauret, violinista hábil pero irresponsable y débil de carácter. El 23 de marzo del año siguiente nace Emilia Sauret Carreño, producto de ese matrimonio. Teresa se ve obligada a dejar a su hija al cuidado de la señora Bichoff, una amiga alemana, lo que le permite iniciar su gira con su esposo. Dicha gira resultó un fracaso, y eso aunado a la pérdida del segundo hijo de Teresa, lleva a la separación irreparable del matrimonio. Por estos días también fallece su padre don Manuel Antonio Carreño, que sume a Teresa en una fuerte crisis económica.

En 1876 Teresa viaja a Boston presentándose como cantante, y conoce al barítono italiano Giovanni Tagliapietra, integrante de la compañía con la que estaba de gira. Se casan el mismo año. De este matrimonio Teresa da a luz a 3 hijos: Lulú (1878), Teresita (1882) y Giovanni (1885) a quienes Teresa dedicó buena parte de su vida y cuya crianza alternó con sus giras y conciertos por los Estados Unidos y Canadá.

A mediados de 1885, volvió a Venezuela, después de una ausencia de 25 años, invitada por el presidente Joaquín Crespo a dar un concierto en Caracas. A comienzos de 1886, Antonio Guzmán Blanco, nuevamente en el ejercicio de la presidencia de la República, la comisionó para organizar la siguiente temporada de ópera en Caracas. Sin embargo, el elenco que logró contratar para tal efecto era mediocre. La sociedad caraqueña, además, había adoptado una actitud de rechazo hacia una mujer que, por más talento que tuviera, era divorciada y vuelta a casar, algo considerado entonces como un escándalo; fueron boicoteadas las óperas presentadas y la temporada resultó un fracaso. De regreso a Europa, Teresa Carreño se desempeñó como solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín.


En 1889 Teresa se separa de Giovanni Tagliapietra y viaja con sus hijos a Alemania, donde realizó diferentes conciertos y logró ganar la aprobación de tan difícil escenario, lugar donde se consagra como concertista de fama internacional.

En sus 64 años de agitada vida, solo 10 transcurrieron en su país natal. Sin embargo, conservó hasta el final de su vida su identidad venezolana. Venezolana fue en sus costumbres y gustos domésticos, en muchos rasgos de su temperamento y aún en ciertos toques de su inspiración como compositora, en los que se advierten claras reminiscencias del merengue característico de la patria.

La Carreño señalaba que la cultura general de un artista era indispensable para la proyección específica de su arte particular. Por ello se complacía en señalar en sus clases la importancia de la simple observación de la naturaleza, del estudio de los seres humanos como hombres y como creadores, del conocimiento, de la arquitectura, de la narrativa y de la poesía.



Entre las piezas más conocidas compuestas por la pianista, se encuentran: El "Vals de Teresita", dedicada a una de sus hijas; "La cesta de flores, op. 9"; "Marcha fúnebre op. 11"; "La oración, op. 12", en consecuencia con la muerte de su madre; "Himno a Bolívar"; "Saludo a Caracas"; "Une revue à Prague"; "La nota falsa"; "Balada op. 15" y "Danza venezolana".



En 1917, poco antes de su muerte, prepara una gira por Sudamérica y antes de iniciar el recorrido sale para Cuba, donde sufre serios quebrantos de salud por lo que el médico le aconseja que cancele su compromiso artístico y retorne a Nueva York. Allí le diagnostican parálisis parcial del nervio óptico que amenaza con extenderse al cerebro. Le prescriben un reposo absoluto y una dieta. Pero a pesar de haber tomado las precauciones pertinentes, falleció el 12 de junio de 1917.
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Durante el funeral, el doctor Anspacher, decano de la Universidad de Columbia, dirigió con gran elegía la ceremonia episcopal por la muerte de la gran artista. Durante el sepelio fueron interpretadas varias obras de Fanny Mendelssohn: Mi Dios, acércate a él, Dios secará las lágrimas de mis ojos y ¡Oh!, descansa en Dios. El ataúd fue llevado en andas por el pianista polaco Ignacy Jan Paderewski (quien más tarde sería primer ministro), Mishaec Elman, Albert Spalding, C. Stenway y otras grandes personalidades. Sus restos fueron incinerados, ya que esa fue su última voluntad.



Sus cenizas fueron traídas a Venezuela en 1938 y desde el 9 de diciembre de 1977 reposan en el Panteón Nacional. El principal complejo cultural de Caracas, inaugurado en 1983, lleva su nombre.